la cautiva, libre

pálida,
se agarra de la propia ropa
tratando de arrastrar su peso muerto
camina 15 cuadras en modo automático
sin dar cuenta del sudor frío que le cubre la face

por esas mismas calles
la gente mantiene sus conversaciones banales
con cajitas electronicas, semejantes a espejos
otros ahogan al mundo con auriculares
aquellos que no tienen ni uno ni otro
caminan con rabia, sintiendose ignorados
no hay lugar para el dolor del otro

los olores putrefactos de la ciudad
le llenan los pulmones, señalan la muerte
asfixiada y con el cerebro nublado, torcido
pensó ver a su madre, trató de apurar el paso
pero faltó el aire y la fuerza - tambaleó
cual florero kitsch, despilfarrandose en el piso

al despertar, no reconoció el espacio,
cuarto pobre, oscuro, chico, limpio,
supo que había caido cautiva
pensó entonces en su deber de preferir
la muerte noble y digna del que lucha
y paga su pecado infligido
como en las historias antiguas de su pueblo

¿pero por qué negar virtuosamente 

aquél que le ofrecía abundancia y saciedad, 

si los que demandaban su sacrificio moral

nunca le extendieron la mano?

consolada su indignación,

se entregó a la barbarie