lunes, 13 de diciembre de 2010

El Cuarto del Tesoro

 Era, a la luz del Sol, de un color enmaderado que sembraba paz en el ambiente. Se notaba que alguien vivía allí, y sin embargo, parecía misteriosamente vacío, aún cuando alguien en él estaba.
  He escuchado que un cuarto puede decir mucho sobre su habitante, y no deja de ser verdad en este caso. De ser otra la ocasión, me hubiera enfocado en ese inquilino, sin duda interesante, pero hace tiempo ese lugar en sí despertaba mi atención. Si de día era un cuarto común (aunque un poco curioso), de noche deslumbraba en brillo dorado y se abría para contar secretos olvidados hace años. Osaría decir que la Luna traía nostalgia y el cuarto brillaba memorias.
 Dediqué toda mi juentud a la busquéda de esas memorias, tesoros escondidos como en un juego en él que mi niño interior se deleitaba, hasta que finalmente llegué al que para mí sería el premio final.

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