Hoy me desvelé. Y, por un instante, se desvelaron todas mis angustias y aflicciones. Pude ver como se repetían noches de susurros y llanto. Estuve a punto, tan cerca, tan cerca, casi cedí. Creí que iba a ser otra noche igual, otra más.
Sin embargo, me recompuse. Me sigue sorprendiendo mi capacidad de encontrar fuerzas en mi misma. De sentarme en la cama y pensar en una solución, pensar en progresar, dejar los lamentos a un lado.
Y, corriendo el riesgo de sonar cliché, me siento tan fuerte en estos momentos. Una y otra vez, levantándome sola del piso. Soy una maldita luchadora.
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