descubrieron un día los narradores con sus aesopos
que no todo se puede transformar en una epifanía
ajustable a la moral en boga
se callaron entonces los profetas, los intelectuales,
los que simplemente saben que están correctos,
y se hizo en el mundo silencio
sin tener nada a que aferrarse, se dieron cuenta
que la vox populi solo profanaba incoerencias
y Dei los estaba cagando
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